El día que enmudecieron las campanas

«Cuando se las llevaron me estristecí, pero me consuelo pensado que las están arreglando», dice Adolfina Jorge Pastor. Guadix Les presento a María y Adolfina. Una tiene 79 años, la otra, 77. Son amigas, muy buenas amigas. Sus biografías se toparon siendo muy pequeñas, cuando apenas levantaban dos palmos del suelo. Iban al colegio de Carmen Mula, una de las instituciones académicas del Guadix de la postguerra. Allí aprendieron a hablar, a sumar y a multiplicar. Entonces se forjó una sólida amistad que hoy, ocho décadas después, todavía perdura. Siguen yendo al ‘cole’ –como ellas mismas denominan al Aula de Mayores de la Universidad de Granada– y lo hacen juntas, hablando del presente y rememorando tiempos pretéritos, episodios vitales que las convierten en testigos de la historia contemporánea de Guadix. Las dos viven en el entorno histórico de la Catedral. La basílica ha marcado, y lo sigue haciendo, su devenir y el de todos los habitantes de esta ciudad, la primera diócesis de la sacrosanta piel de toro. Y lo hace a golpe de campana. O para ser más exactos, a golpe de los quince esquilones que conforman su campanario.